El porqué de los porqués

¿Por qué hay porqués? Porque hay preguntas. Y porque a esas preguntas hay respuestas. ¿Veis? ¿Por qué los porqués son tan importantes? Porque es necesario explicar las cosas, tener un motivo, una razón. El porqué de los porqués es un porqué, porque cuenta cosas, cosas que queremos saber, que preguntamos porque no las conocemos. Y porque tenemos esa necesidad invasora de racionalizar todo.
 
¿Por qué nos van mal las cosas? Porque tenemos esperanza, porque tenemos planes, porque pensamos, porque la rueda dentada sigue girando aún oxidada, porque necesitamos saber que todo va bien. ¿Por qué? Porque somos humanos. Y cuando no va bien, se rompen los planes, pero la esperanza tarda más en esfumarse, y la rueda dentada no deja de girar aún oxidada. Porque estamos vivos.
 
¿Por qué no renunciamos? Porque, ¿por qué tenemos que hacerlo? Porque si fracasamos una vez, volvemos a intentarlo, porque si no lo intentamos estamos fracasando, y no queremos fracasar, porque somos orgullosos, porque somos humanos, porque queremos cumplir nuestras promesas a nosotros mismos. Porque si renunciamos renunciamos a vivir, porque si renunciamos a vivir no nos queda nada. Porque si no nos queda nada estamos muertos. Porque los muertos no preguntan, porque no pueden hablar, porque no pueden pensar. Porque pensamos porque estamos vivos, luego existimos. Porque aunque no queramos estamos, y siempre tendremos por-qués. Porque es la naturaleza.
 
Un porqué no se inventa, se piensa, se encuentra y se tiene. Un porqué nace con un por-qué, crece con otro porqué y muere porque sí. Porque dejamos de ser humanos, de pensar, de encontrar y de tener. Y morimos con el porqué. Porque no queremos seguir pensando, porque nos cansamos, porque no somos lo que debemos ser.
 
¿Por qué deseamos lo que no tenemos? Porque no lo tenemos. ¿Por qué no tenemos lo que deseamos? Porque los deseos no son racionales, luego no podemos pensar en una manera de llevarlos a cabo, porque no podemos palparlos. Pero son reales, porque los sentimos. Sentimos los deseos, y deseamos los sentimientos. ¿Por qué no elegimos los sentimientos? Porque no son deseos, porque nuestros sentimientos no dependen de nosotros, sino de otros. Porque son otros los que nos muestran, y nosotros sentimos en consecuencia. Pero somos nosotros los que elegimos los deseos. Entonces, nuestros sentimientos no son nuestros, porque no los elegimos, porque nos los proporcionan. Pero los deseos sí son nuestros, porque los elegimos nosotros. No elegimos la tristeza, porque nos ponemos tristes, no elegimos la felicidad, porque somos felices, no elegimos el amor, porque nos enamoramos.
 
¿Por qué no podemos simplemente ser y dejar de no ser? Hay personas que no son porque dejan de ser, porque piensan en ser y no son lo que quieren ser, porque son lo que no quieren ser sin ser lo que son. ¿Por qué? Porque no quieren porqués, porque piensan que no necesitan un porqué, porque no están vivos como tienen que estarlo, porque no encuentran porqués, porque no los tienen.
 
¿Por qué no nos enseñan a vivir sin porqués? Porque nadie sabe hacerlo. Porque sin porqués somos nadie, y no hay nadie. Porque no se puede, porque los porqués nos enseñan a vivir, porque hay porqués porque la gente que es quiere vivir. Y porque son.
 
¿Por qué no se puede acabar "El porqué de los porqués"? Porque es un sentimiento no elegido, porque es dado. Porque hay muchas cosas, porque hay muchos porqués, porque el porqué es la sombra del por-qué, porque el por-qué muere sin un porqué. Porque no deseo que se acabe.

  1. #1 por ⊹⊱Quimera⊰⊹ el 06/11/2007 - 10:44

    Sólo en esos momentos de impotencia ante la ausencia de respuestas, nos creemos con valor para cuestionar las propias cuestiones. No hay ni tantas preguntas ni tantas respuestas, sólo las que queramos hacer. “Acaso dice la arcilla a su alfarero, ¿qué haces?”
    Cuando no nos quedan preguntas que hacer, cuando terminas hastiado por la ausencia de respuestas, cuando ya no queda nada, entonces surge la esperanza de una nueva pregunta, la que sea, para poder buscar una respuesta que no te hayan dicho y no perder, por favor, la siempre repetitiva cualidad humana (caprichos aparte) de no dejar de ser hombres, y demostrar que tenemos una buena razón para merecer seguir siendo la plaga del mundo.
    La única pregunta es ¿el mundo podría ser mundo prescindiendo de nuestras preguntas?
    Si en lo poco que me conoces sabes por donde cojeo, posiblemente no haga falta escribirte mi respuesta…
    Y si a las dos de la mañana tu cabeza ha sido capaz de rumiar todo este texto, me quito el sombrero ante tus palabras. Ten paciencia suficiente para aguantar mi curiosidad. No será la última vez que venga por aquí.
    Hasta más ver…
    Fátima

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